miércoles, 2 de julio de 2014

Verano (II)

Cada vez que leía la biografía de un compositor o de un intérprete que merecieron que quedara por escrito y que se publicara, e incluso que se tradujera al castellano, lo que no deja de ser un regalo de los dioses a día de hoy, me gustaban en especial los capítulos dedicados a la época estival.
La idea que tenemos es que el verano es para descansar, obviamente, tras un curso apretado. Pero esta gente no paraba. No sé si era por obligación, el precio de la fama, o porque tenían tanto que decir en su interior que aprovechaban justamente esos parones de actividad frenética para retomar ideas antiguas y rematar el trabajo pendiente.
Lo que más me atraía era, por decirlo llanamente, lo bien que se lo montaban. Casi todos tenían amigos influyentes y de posición económica muy elevada, cuando no eran miembros de la aristocracia. Así, las invitaciones al personaje famoso, que siempre emanaban de una profunda admiración, eran habituales y consistían en pasar una buena temporada en las villas de verano, que para eso se construyeron. Allí, las veladas musicales se alargaban hasta altas horas de la madrugada, quedando el resto del día reservado para el descanso y el trabajo creativo.
¿Estáis pensando en Chopin y sus estancias en Nohant junto a George Sand? ¿O en los destinos tan hermosos que Brahms eligió en Suiza, Austria e Italia para trabajar en sus obras a la vez que realizaba grandes excursiones? ¿O la residencia en Echarvines, Francia, de Stravinsky, cerca de los Alpes y junto al lago D'Annecy? ¿O, por qué no, el más cercano pero no por ello menos placentero retiro Sanluqueño de Joaquín Turina?
Podría enumerar muchos más y sólo conseguiría que la envidia me hiciera daño. Un lugar idílico, buena compañía, todas las comodidades, nada que hacer..., y, sin embargo, ahí estaban todos y cada uno de ellos dando vida a tantas obras monumentales que han pasado a formar parte de la historia de la humanidad, es decir, trabajando. Supongo que esto sólo quiere decir que no es incompatible el descanso y el aire puro con la actividad mental. Muchos de ellos ni siquiera habrían tenido necesidad de hacerlo ya que alcanzaron en vida una magnífica posición, pero estoy seguro que no se trataba de eso.
El artista verdadero lo es siempre a pesar de las circunstancias, favorables o desfavorables. Igual también podemos aprender de sus vidas algo que aplicar a la nuestra, a ver si se nos pega algo.

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