domingo, 16 de marzo de 2014

Juego limpio

Creo que nunca he sabido hacer trampas porque, en definitiva, me las habría hecho a mí mismo, y ya sabemos lo difícil que es engañarse. Podremos mantener el tipo y disimular, pero nuestra cabecita siempre nos dirá la verdad en cada momento.
Por eso me gusta que haya unas regla de juego, para que, al compartir con otros cualquier actividad, no existan los equívocos. Quiero que las cartas estén sobre la mesa, que se compita en buena lid y que se disfrute independientemente al ganador.
Esto viene como introducción a los comportamientos que en ocasiones tenemos de manera inconsciente o, mucho peor, consciente. No es de recibo hacer trampas, nunca, sobre todo si aireamos medias verdades o medias mentiras, según se mire.
Las relaciones humanas son complicadas y es posible que no podamos vivir del todo relajados, que siempre nos puede venir el dardo por donde menos lo esperamos. En concreto, la relación que se establece en la enseñanza del piano, tan individual, tan personalizada, suele venir acompañada de distintas etapas que, como en el amor, sólo una delgada línea las separa del odio.
Es importante valorar aspectos como la edad, la sensibilidad, la fortaleza, la inteligencia, entre otros, para definir con exactitud el entramado emocional inherente a nuestro aprendizaje. Suele darse una entrega ciega del alumno hacia el profesor, acompañada de una idealización tan grande, que más que a un maestro veremos delante a un dios. Así, cada comentario que de su boca salga será interpretado al pie de la letra, lo que nos llenará de felicidad cuando es positivo y nos frustrará sobremanera cuando contenga alguna sombra.
Creo que, con el tiempo, vamos normalizando porque las ideas y apreciaciones de quien nos guía se van convirtiendo en repetitivas, lo que redunda en afianzar nuestra entendimiento del piano. De ahí que mantengamos las maneras por muchos años, incluso por siempre. Y cuando, llegado el día, como cualquier ser vivo, nos entren las ganas de alzar el vuelo, el buen profesor debe saber soltar y estar orgulloso de lo que ha ayudado a crecer y convertirse en pianista casi de la nada.
Quizás sea esto un muy breve resumen de lo que ojalá fuera norma. Pero no me gusta cuando de una parte o de otra se enturbia la relación porque malinterpretamos el lenguaje, verbal o corporal, y salimos corriendo a dar cuartos al pregonero para hacer pandilla. Si hay malentendidos hay que solucionarlos entre los implicados, cara a cara, inmediatamente. Si nos da un arrebato, tenemos que controlar la ira y la maledicencia, que después es muy difícil reparar el daño. Si queremos camuflar la impotencia de no dar la talla, por el motivo que sea pero es un problema nuestro, no está bien ir contando por ahí el infierno que nos están haciendo pasar sin antes haber meditado un poco las razones verdaderas.
Soy inflexible en cuanto a la responsabilidad que adquiere un profesor por el material que tiene en sus manos, sensible y de calidad, pero lo soy mucho más cuando un alumno pone en marcha el 'ventilador' para manchar una labor larga, dura y muchas veces ingrata, por una pataleta infantiloide incompatible con la madurez y el crecimiento.
Las reglas del juego son claras y sólo queda practicarlo con limpieza. Todo lo demás son fullerías que no sirven para nada.

2 comentarios:

  1. “Más chocante resulta todo esto si como estamos viendo no existe unión en todo el colectivo de músicos y, sin embargo, sí existen estos grupos que se rechazan los unos a los otros por no compartir las mismas técnicas o modos de actuar. Cómo cambiaría en positivo el panorama de los profesionales y estudiantes de música si la energía que utilizan de manera horizontal a rivalizar entre ellos la aprovecharan de manera vertical, hacia adelante para prosperar y conseguir todos unidos mejoras en todos los ámbitos de la actividad musical.”
    Es una cita de un libro que, lamentablemente no encuentro; pero creo que resume a la perfección esos comportamientos "nocivos" para la música y nosotros los músicos. No puedo estar más de acuerdo.

    Gracias por este maravilloso blog, Alberto. Un saludo.

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    1. No se puede decir más claro. Pero me temo que, entre otras muchas cosas, el carácter de 'solistas' lleva implícito este comportamiento.
      Muchas gracias por comentar.
      Un cordial saludo, Alberto.

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