domingo, 10 de noviembre de 2013

Jubilatio

Para no transcribir literalmente un texto que no es mío, os remito a la página que explica históricamente el Jubileo y la Jubilatio. Es curioso y describe unas cuantas cosas que han llegado a nuestros días desde las leyes hebreas del tiempo de Moisés.
El caso es que esto de la jubilación, cuando los trabajos tienen una carga física deslomante, se recibe con una inmensa alegría, sobre todo ahora que la expectativa de vida ha aumentado considerablemente (más de cuarenta años en sólo un siglo, que se dice pronto). O sea, que lo normal era morirse antes de jubilarse o casi inmediatamente. Lo que viene siendo el famoso 'usar y tirar'.
Pero no nos preocupemos, que esto de disfrutar del tiempo libre, del ocio, con buena salud y, lo que es más importante, ganas de hacerlo, también nos lo acabarán quitando, que para eso nos dejamos.
Hasta aquí, creo que podemos estar de acuerdo. Ahora, me gustaría animar el patio un poquito con una pequeña percepción personal. A ver si soy capaz de explicarme. Hace poco coincidí con varios antiguos compañeros que trabajan en distintos conservatorios (de diferentes provincias españolas). Tras los saludos alegres y la breve puesta al día de rigor, la frase que salió de la boca de casi todos ellos/as (aquí voy a usar la políticamente correcta diferenciación de géneros, algo que no suelo hacer) venía a indicar que el sueño máximo, el mayor deseo, el único anhelo que les quedaba por delante era jubilarse. Y, salvo dos o tres, al resto aún le queda para alcanzar los sesenta.
La verdad, no sé qué decir. Me quedé un poco estupefacto. Cuando no hace mucho se permitió en determinadas profesiones, entre las que se encuentra la enseñanza, alargar la vida laboral hasta los setenta años de manera voluntaria, creo que fue debido a que, gracias a la susodicha longevidad con cabeza despejada incluida, al personal le podía apetecer sentirse útil, activo y creativo. Así al menos lo entendí yo.
¿Tanto han cambiado las tornas para que nadie quiera permanecer una micra de segundo más de la necesaria compartiendo su saber con los jóvenes estudiantes? ¿Quién o quiénes han logrado desilusionar a tantos profesionales variopintos de una manera tan drástica? ¿Es a causa de la enseñanza o también a causa de la Música?
Pensaba que dedicarse a una profesión cuya materia base es el Arte nos ponía a salvo de fechas y calendarios.
Como Beatriz sabía que iba a tocar este tema, me ha pasado una chuleta con un nombre: Minna Keal.
"Minna nació en Londres en 1909, hija de emigrantes judíos rusos. Le encantaba la música y empezó a estudiar en la Real Academia, pero su padre murió y tuvo que abandonar la carrera a los diecinueve años para ponerse a trabajar. En 1939 entró en el partido comunista y en 1957 se salió tras la invasión de Hungría; se casó dos veces, tuvo un hijo. Durante la guerra, montó una organización para sacar niños judíos de Alemania. La mayor parte de su vida trabajó como secretaria en diversos y aburridos empleos administrativos; a los sesenta años se jubiló y decidió retomar las clases de música y después estudiar composición. Su primera sinfonía fue estrenada en 1989 en los BBC Proms, unos prestigiosos conciertos anuales que se celebran en Royal Albert Hall de Londres. Fue un clamoroso éxito. Minna Keal tenía ochenta años. A partir de entonces, y hasta su muerte, Minna se dedicó intensamente a la música y se convirtió en una de las más notables compositoras contemporáneas europeas. "Creí que estaba llegando al final de mi vida, pero ahora siento como si estuviera empezando. Es como si estuviera viviendo mi vida al revés" dijo tras estrenar en los Proms.
(Rosa Montero, de la novela "La ridícula idea de no volver a verte")
   

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