domingo, 6 de octubre de 2013

Otoño

Supongo que nadie podrá negar que el tiempo vuela. Hace nada estaba metido en el agua o tumbado en la arena, sintiendo la cálida brisa veraniega y la "salada claridad", cuando, sin aviso, el aire comenzó a traer olores y sonidos distintos.
Da gusto salir al campo de nuevo a cualquier hora sin temor al sol, aunque la paulatina pérdida de luz acorte el día sin remedio. El atardecer deja imágenes sorprendentes, llenas de color reflejado en las nubes. Los paseos vuelven a ser largos y tranquilos.
Si hace muy poco estaba recogiendo moras, con las que Beatriz adornó suculentas tartas, este mismo viernes volví con una bolsa cargada de granadas. Todo al alcance de la mano. En las parcelas privadas acaban de recoger la uva y están con la aceituna. En breve podré acercarme a las respectivas cooperativas a por el mosto nuevo (y el vino de pasas, un néctar único) y a por el aceite virgen, afrutado como ninguno.
Ya he visto en la frutería los primeros membrillos. A poco que estén algo más maduros van a ser pelados, troceados, hervidos y, una vez limpios de semillas y unidos con el ochenta por ciento de su peso de azúcar, removidos pacientemente por mí durante mínimo una hora y media hasta lograr una memorable delicia. Nada que ver con la que viene envasada. Después de cada comida irá cayendo paulatinamente, a trocitos o a cucharadas, hasta que la cordura aconseja dejarlo hasta el día siguiente.
La tierra vuelve a ser marrón. Los verdes y amarillos volaron como si nada y ahora sólo quedan, si acaso, algunos restos carbonizados tras el paso de las máquinas recolectoras y la quema de los rastrojos. Las primeras lluvias han asentado el polvo de los caminos y limpiado el color blanquecino de las plantas silvestres y de los árboles. Se respira la pureza. Da gusto percibir a través de los sentidos toda la maravilla que nos rodea.
Tras un día cargado de estudio, de gestiones telefónicas, de correos electrónicos, con la cabeza un poco cansada, poder dejar atrás todo y sumergirse en este mundo auténtico no tiene precio. La vista, el olfato, el oído, saturados de belleza y pureza.
Por aquí aún tenemos por delante un mes cálido para disfrutar sin sudores y vistiendo sólo una camiseta. Un buen día, inesperadamente, soplará una brisa del norte que nos obligará a echar las mantas y sacar los jerséis. Pero, hasta entonces, pienso disfrutar todo lo que pueda de esta luz y de esta temperatura.
Es lo único que no nos podrán quitar jamás.

2 comentarios:

  1. Acaba de llegar el Otoño, todavía cálido y transparente.
    Mañana, hará de la tarde su reina y la vestirá de oro y bronce.

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