domingo, 27 de octubre de 2013

José Manuel de Diego (Melancolía)

Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el Huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos.
Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.
Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios, sus ojos brillaban en mis ojos, me llenaban de preguntas ansiosas.
-¡Platero amigo! - le dije yo a la tierra-; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mí?
Y, cual contestando mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio...
(Juan Ramón Jiménez. Platero y Yo, capítulo CXXXV Melancolía).

Sólo en muy contadas ocasiones la vida parece tambalearse. Cuando alguien como José Manuel nos deja, te obliga a replantearte muchas cosas, a redefinir el sentido de nuestra existencia.
La razón no puede explicar nada, no tiene lógica.
Calificar a José Manuel es muy fácil pues no tenía trampa. Era transparente, como son las personas nobles y buenas. Todos tenemos recuerdos suyos de cariño y de ánimo con el piano, además de las infinitas anécdotas que contaba con su inigualable sentido del humor.
No es justo. No hay derecho. Este mundo era un poco mejor con él aquí. Y aquí tenía que seguir por muchos años, con Lilí, con sus hijos, con sus amigos, con sus alumnos.
Nos tendremos que conformar con su recuerdo, con su memoria, con su risa, con su música (ese Carnaval de Schumann), con sus chistes, con sus gestos.
La vida se tambalea. La tristeza es grande. La melancolía será permanente. La nostalgia...

Platero, tú nos ves, ¿verdad? ¿Verdad que ves cómo se ríe en paz, clara y fría, el agua de la noria del huerto; cuál vuelan, en la luz última, las afanosas abejas en torno del romero verde y malva, rosa y oro por el sol que aún enciende la colina?
Platero, tú nos ves, ¿verdad? (...)
¿Verdad que ves a los niños corriendo arrebatados entre las jaras, que tienen posadas en sus ramas sus propias flores, liviano enjambre de vagas mariposas blancas, goteadas de carmín?
Platero, tú nos ves, ¿verdad? (...)
(Juan Ramón Jiménez. Platero y Yo, capítulo CXXXIII Nostalgia).

  

5 comentarios:

  1. Qué bonito. Le haces justicia. Tal cual era el. Qué duro pensar que ya no está. Hasta siempre maestro.

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    1. También me ha pasado Bea tus cariñosas palabras para José Manuel. Lo dices todo.
      Tenía que haber estado con nosotros veinte o treinta años más.
      Un abrazo, Alberto.

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  2. Preciosas palabras.No he podido evitar las lagrimillas al leer esto y recordar a nuestro maestro.Con infinito cariño, hasta siempre.

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    1. Las lágrimas salen solas porque desde la noticia todos tenemos un nudo que no se deshace. Él ya estaría riéndose de todo.
      Mi más cordial saludo, Alberto.

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  3. No me lo puedo creer, ¿José Manuel?. Todos los que compartimos algo con él lo sentimos de corazón.
    Inma

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