domingo, 13 de octubre de 2013

Contento

Así me siento: contento. Y parece algo casi imposible de lograr tal como está el patio. Mires para donde mires sólo hay desilusión, crispación, desánimo, violencia verbal... Por no hablar de las continuas salidas a la luz de las hermanitas de la caridad que no han roto un plato en su vida en forma de sindicalistas, directores generales, consejeros autonómicos, políticos de cualquier partido, ex-ministros, cuñados, familia real, gerentes de lo que sea, intermediarios..., a quienes ponen la guinda mis favoritos, los encargados de usar el lanzallamas contra la cultura y la educación con una cara de satisfacción que ni los malos de las películas malas: Wert y Montoro, auténticos pirómanos sin escrúpulos, que encima quieren aparecer como bomberos.
Pero yo... OOOOOMMMMM, sin prisas, con mucho eco.
Cuando en el origen de mi carrera decidí abandonar la senda segura en busca del auténtico ejercicio de la profesión (al menos desde mi punto de vista), sin ninguna red protectora (aunque con un ángel de la guarda que ya quisieran muchos para sí, que ofertas no han faltado), sentía continuamente una especie de euforia, de alegría, de fuerza y de valentía que muchos años después se fue diluyendo, aunque no perdiendo. Es como si, una vez conseguido el objetivo, hubiese normalizado ese estado.
Pero ahora, curiosamente, ha vuelto con la misma contundencia, lleno de brío. Diría, incluso, que hasta con rabia. Casi treinta años después, ha vuelto a ser transparente. Y sólo puedo sentirme contento.
Cuando miras hacia atrás y contemplas el camino recorrido es imposible no estar satisfecho y orgulloso. El problema viene al permitir que todo el ruido permanente e interesado en el que vivimos atraviese nuestras defensas y nos haga tambalear. La vida ya viene cargada de sustancia por sí sola (y de materia orgánica) y hay que pelear aunque no se quiera, por lo que el desgaste está garantizado. Pero si nos distraemos en exceso y perdemos el Norte, que al final es lo que a diario intentan para manejarnos y llevarnos al matadero, seremos presas fáciles para la trampa que nos han tendido estos fulanos.
No quieren personas formadas, independientes, inteligentes, intrépidas, vitalistas y libres; ¡claro que no!, que poco les iba a durar la poltrona. Quieren borregos asustadizos que se contenten con los restos de sus migajas.
Si todos nosotros un día decidimos emprender este camino apasionante, cada cual a su manera, que no hay normas, sólo podemos estar contentos por ser conscientes de que ya tuvimos que enfrentarnos a mil y una vicisitudes, y de que las superamos con éxito. Ahora estamos inmersos en otra más, así de simple, pero con la convicción que dan los años y con la energía renovada que nunca se perdió.
Miremos sólo en una dirección y decidamos seguir viviendo nuestra vida, la única que tenemos. Es en nuestra parcela donde la desarrollamos y es la que tenemos que cuidar y mimar. Lo demás, a poco que se lea un poco de Historia, nada nuevo bajo el sol. Además, si estos prendas nos ven contentos, a lo mejor se les hiela esa sonrisa del que cree que ha ganado y se los traga una ballena.
¡Ojalá!

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