miércoles, 22 de mayo de 2013

Docencia

La semana pasada recibí el correo de un buen amigo, profesor de piano. He pensado que estaría bien compartirlo en el blog (y le he pedido permiso) porque así, una opinión que me importa y que valoro, puede servir como testimonio de primera mano y reflejar la realidad en la que estamos inmersos actualmente.

Hola Alberto,  
Gracias por los mensajes positivos que transmites en tus entradas.  
Hoy he acabado el día algo triste. Vengo de oír unas "Audiciones de nivel" de los alumnos de 6º del conservatorio.

Es lamentable que la mayoría de estos alumnos hayan acabado así. Me refiero al desánimo, frustración, vergüenza de ellos mismos, indiferencia y falta de motivación a la hora de expresarse con una obra. Lo peor de todo es que el mensaje que les transmiten los profesores es el que reflejan. Luego los profesores se desahogan en una reunión posterior diciendo que "tirarían al alumno por la ventana", "tienen que sufrir con el programa íntegro hasta el final de curso", "tenemos que pedirle la obra que peor lleve"...  
Como bien dices, se trata de vidas y no de mercancías. He sentido como si los alumnos estuvieran en un circo exhibiendo en contra de su voluntad el programa que no está aún preparado.  
Los profesores se equivocan pensando que esto es exigir, cuando la exigencia parte de un trabajo de clase y tiene un proceso. La seguridad de las obras va ligada al grado de confianza en sí mismo y éste, al grado de confianza que el profesor tenga en el alumno (además de mucho trabajo en conjunto, de un programa adecuado, etc...).  
Pero si la confianza por nuestros alumnos se termina, podemos encontrarnos que "La Nada" nos invade como en "La Historia Interminable".  
Tan sólo 2 profesores piensan de igual manera que yo y el resto ven a los alumnos como a un enemigo.

Es triste que los alumnos no experimenten lo que puede ser disfrutar de la música.  
Yo tengo alumnos de muchos niveles, cada uno con su capacidad, pero tengo claro que el mensaje que debo mostrarles tiene que ser bueno, porque si no ¿qué sentido tiene todo esto?  
Siento desahogarme contigo, pero necesito contagiarme de personas con buenas intenciones. El mundo es más extenso de lo que diariamente me rodea.  
Un fuerte abrazo.


 Creo que está muy claro el mensaje, totalmente en la línea de lo que vengo exponiendo en todas mis entradas. La docencia, la enseñanza, es una vocación con una responsabilidad sagrada. Quien importa es el alumno y el profesor debe poner a su alcance todo su saber, su energía, su ánimo y su cariño, para lograr que haya un resultado satisfactorio y gratificante, evidentemente para los dos. No conozco otro sistema y huyo de "la nota con sangre entra". El estímulo siempre ha superado al castigo. 
Hagamos un poco de autoexamen y de autocrítica para valorar si nuestro trabajo como profesores tiene sentido y estamos poniendo de nuestra parte el suficiente entusiasmo:
¿Cuántos de mis alumnos han abandonado antes de tiempo?
¿Cuántos de mis alumnos se dedican a la música en cualquiera de sus manifestaciones?
¿Cuántos de mis alumnos siguen disfrutando con la música sin necesidad de ser profesionales?
¿Cuántos de mis alumnos mantienen el contacto conmigo como prolongación de una enseñanza individualizada?
¿Cuántos de mis alumnos transmitirán buena parte de mis enseñanzas?

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