miércoles, 17 de abril de 2013

José Luis Sampedro

Cuando vivía en Cádiz, hace ya bastantes años, asistí a una conferencia de Sampedro en el precioso Salón de Plenos del Ayuntamiento, convertido en sala cultural ocasional en la que, por cierto, actué bastantes veces gracias a la compra de un Kawai 3/4 que instalaron allí. La hora que duró pareció pasar como un suspiro. Este hombre sabía hablar de maravilla y lo mejor era no el cómo sino el qué decía. Recuerdo que el público aplaudió a rabiar como si con las palmas pudiera retenerlo y preguntarle por cada asunto personal y universal para los que tenía una sabia respuesta. Falleció el pasado día ocho de abril a los noventa y seis años. ¡Qué cabeza la de este hombre, qué lucidez!
He tenido el placer de leer algunos de sus libros y quedé igual de prendado que de su charla. La vieja sirenaLa sonrisa etrusca me parecen de lectura obligada.
Pero de lo que quiero escribir hoy es de algunas de sus ideas que pude refrescar en el programa Salvados, de La Sexta. No dejéis de ver el programa completo que no tiene desperdicio.
Como un dardo se me clavó en la mente el tema de la educación. Es algo a lo que vengo dando vueltas insistentemente en este blog porque estoy convencido de que ahí está la madre del cordero. Toda la educación está enfocada contra la libertad del pensamiento y si ésta no existe no existe la libertad de expresión; cada cual tiene que ser capaz de pensar por sí mismo y arriesgarse a ser uno mismo. Este fragmento lo dedica concretamente a la democracia pero lo encuentro aplicable a la libertad de elección, a la manera de querer vivir cada uno su vida. ¡Cuántos elementos manejamos a la vez para tomar las decisiones! ¿Somos realmente libres cuando decidimos escoger un camino a seguir, en nuestro caso, la música? La carga que nos inyectan y que sobrellevamos durante años nos hace tener un exceso de responsabilidad con respecto al resultado. Tenemos la obligación de concretar el objetivo y mostrarlo como un trofeo envidiado por muchos, cuando el mayor éxito es precisamente haber entregado nuestra pasión y vitalidad a algo en lo que creemos, honestamente y sin trampas.
El desarrollo personal es lo poco que nos queda, si no lo único, para sobrellevar las condiciones en las que se desenvuelve la vida actual, gobernada por el capitalismo más despiadado. Él habla de su rincón, su parcela privada en la que encuentra refugio ante las barbaridades que se cometen a diario a todos los niveles. Nosotros tenemos un rincón privilegiado en el que podemos rodearnos de los mejores músicos de la historia, que nos hace ser mejores individuos. Si estamos cómodos con nosotros mismos, si hacemos lo que hemos elegido, podremos aguantar todos los chaparrones que vengan porque tendremos un motivo para hacerlo. Si sólo seguimos las pautas que nos han marcado, en el momento que nos sintamos desvalidos no encontraremos ningún asidero firme.
Hacen falta hombres como José Luis Sampedro, de visión clara y amplia, y que no tengan miedo de hablar ni de vivir.

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