domingo, 24 de marzo de 2013

Córdoba

Con doce años tuve la primera visión de la ciudad de Córdoba con el estómago encogido (no recuerdo si antes estuve la había visitado en plan turista). Y lo del estómago era porque tenía que examinarme por libre en su conservatorio ya que en Jerez no podía. Durante muchos años la sensación de llegar por la Nacional IV (actual A-4) era la misma, nerviosa. Un tribunal desconocido de 'gente mayor' debía juzgar si podría pasar de curso, tanto de piano como de solfeo y conjunto coral. Algo estupendo para un niño.
Pasado el tiempo comencé a dar conciertos con relativa frecuencia en el Palacio de Viana e incluso en el Conservatorio Superior, que siempre da más pellizco. Por supuesto, a la vez iba conociendo una ciudad preciosa, en lo externo y en lo interno. Y aunque no sé si tiene que ver, mis dos abuelas eran cordobesas, o sea que el 50% de la sangre que corre por mis venas es de la tierra que vio nacer al filósofo romano Séneca.
Esta semana he pasado tres días inmerso en un curso de piano, organizado por el departamento de piano del Conservatorio Profesional 'Músico Ziryab', que tenía como base todo lo que escribo en el blog. El primer día lo dediqué a la Máster Class en torno al concertismo y el resto a escuchar a un buen grupo de alumnos con esta perspectiva, la de ir un poco más allá que dar las notas. No sé si sabré transmitir por escrito las sensaciones que tengo, todas estupendas.
En primer lugar es de justicia agradecer a Luis Tomás, viejo amigo, la coordinación del encuentro, algo nada sencillo. Mª Paz Ramos (CyberPax) llenó de optimismo y energía todas las sesiones, además de alentar a todo el mundo desde su blog, que recoge cuantas novedades pianísticas pululan por el Universo. Y Juan Carlos Morales, the boss, no quitó ojo ni oreja a todo lo que allí sucedió, participando constantemente para hacer más fácil la comunicación. Aunque no era su obligación, prácticamente todos los profesores de piano estuvieron pendientes de que sus alumnos ofreciesen lo mejor de su repertorio con el mejor de los talantes. Eso de que venga un intruso a poner todo patas arriba no está escrito que haya que aguantarlo. Como mi intención era sana y noble desde el minuto uno, se entendió perfectamente que este curso no iba a ser 'otro curso más', sino un intento de abrir los ojos y la mente para que el estudio del piano sea más placentero y duradero de lo que viene siendo.
Así lo entendieron también los destinatarios, los alumnos, que no vieron en mí a un censor sino alguien a quien hacer preguntas de todo tipo y que quería mostrarles las muchas posibilidades que tienen de tocar estupendamente bien.
El ambiente fue muy relajado y sólo guardo sensaciones positivas. Creo que he recibido más de lo que he dado. Intento plantar semillas porque vengo de vuelta de algunas cosas, pero también a mí me han insuflado energía, juventud y ganas.
Por eso, desde aquí, gracias a todos, de verdad, con un hasta siempre.

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