domingo, 18 de noviembre de 2012

Deportistas

Hace dos días hablé con un antiguo amigo, pianista y profesor de conservatorio (debería decir director, que lo hace muy bien). Le comenté que llevaba todo este año escribiendo en el blog y le resumí el motivo que me empujó a hacerlo: la incapacidad de la mayoría de tan siquiera plantearse dar conciertos después de tantos años de estudio. Me reconoció que ahora había gente muy buena, muy bien preparada, a la vez que justificó la realidad desde un punto de vista que yo ya había contemplado pero que no me llega a convencer. Me explico.
La carrera de pianista puede ser comparada con la de un deportista en el sentido de la exigencia del más alto nivel. Hasta aquí, de acuerdo. La vida eficiente de un deportista no es demasiado larga ya que el organismo se va desgastando y, queramos o no, los años pesan, más si hablamos de la primera línea. Y, en conclusión, lo normal es que decidamos acomodarnos sin tardar porque el esfuerzo que supone mantenerse no es que no compense sino que puede resultar insuperable. Por lo tanto...
La conversación no siguió por ahí así que no me puse muy pesado, eso lo dejo para ahora. A ver, que yo me entere. En primer lugar, un matiz: no estamos hablando de Kissin, Argerich o Arrau. que los dioses del Olimpo juegan en otra liga. Nosotros, los mortales, es verdad que necesitamos de mucho esfuerzo, de muchas horas y de muchos años para lograr un resultado decente, pero con los años, con la edad, si hemos sido constantes y tenemos una buena técnica, no necesitamos seguir echando entre seis y ocho horas diarias. Se puede ir reduciendo porque la facilidad de lectura, la espontaneidad con la que se resuelven ciertos problemas, la capacidad de comprensión de una obra y tantos otros aspectos van a permitirnos una mayor eficiencia en el trabajo. Entonces, ya dejamos de asimilarnos a los deportistas. Nosotros podemos rendir a muy alto nivel a pesar del paso del tiempo.
Me temo que esta explicación de por qué de tantos sólo unos pocos deciden dar conciertos no es la más adecuada. Estoy convencido de que los factores psicológicos pesan mucho más a la hora de creernos capaces de pisar un escenario. Y de esto va el blog y de eso es lo que no me cansaré de escribir. Si durante los quince años (redondeando) que somos estudiantes nos inyectaran vitalidad, seguridad, ánimo, carácter, diversión, optimismo, seguridad (nunca es suficiente) y tantas otras cualidades necesarias para ¿la vida?, estoy seguro que esta conversación habría sido muy distinta.
Una última diferencia: los deportistas se pasan su 'corta' carrera compitiendo, es decir, activos, practicando su especialidad. Los pianistas podemos hacerlo, con el mismo esfuerzo, pero sin salir de casa o del aula. Y ésa sí es una diferencia que nos deja a los pianistas en clara desventaja.

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