domingo, 1 de julio de 2012

Un poco de humor

A lo largo de tantos años se van aprendiendo cosas que está bien compartir por si pueden serles útiles a alguien. Supongo que ésa es la base de la enseñanza, contar lo que te ha pasado, lo que sabes, y, una vez analizado y comprendido, transmitirlo a quien te ha sido confiado con toda ilusión.
Desde este blog sólo pretendo eso, escribir lo que, desde la perspectiva de la edad, se va viendo de otra manera, quizás más ligera, menos transcendente.
Hoy me gustaría hablar de la seriedad y del humor ante un concierto. La seriedad parece ser un elemento imprescindible. En líneas generales vendría a ser la constatación del resultado de meses de esfuerzo y, claro, si nos lo tomamos a broma, puede que el público también lo haga, menospreciando nuestro trabajo. Hay que ser serio, llegar a la sala con un porte altivo para quien te recibe, hablar con seriedad a los empleados del teatro para que te respeten, encerrarse en el camerino sin recibir visitas para que no te molesten, recorrer concentrado el camino del escenario hasta el piano, saludar con reverencia no fingida sin sonreír, sentarnos con recogimiento religioso y, cuando el silencio se haya apoderado del aire, comenzar lentamente a colocar las manos en posición para exponer, lo más seriamente posible, nuestra versión del repertorio elegido, tan serio.
¡A ver quién tiene lo que hay que tener de atreverse a respirar!
¡Qué tensión, por Dios! ¿Quién se ha muerto? ¿Estamos en un velatorio? ¿Será porque siempre vamos vestidos como de luto? Y si alguien osa llegar tarde, rasgando con sus puntiagudas ondas acústicas nuestra recién creada atmósfera, no tenemos nada mejor que hacer que seguirlo con mirada fija, llena de odio y desprecio, hasta que se siente, para avergonzarlo. ¡De buen rollito!
Así no se puede tocar. Mejor dicho, sí se puede, pero no es sano, no compensa, no satisface. ¿No sería mejor relajar un poco la situación? Reculemos (con perdón): para quien nos recibe, la mejor de las sonrisas; a los empleados del teatro nos dirigiremos siempre con educación y pidiendo su ayuda 'por favor'; en el camerino, exceptuando ese breve instante en que te encuentras en paños menores o como tu madre te trajo al mundo (que también se ha dado el caso), una visita amiga siempre te va a relajar y hacer que el tiempo de espera sea más leve (igual sería mejor sin exceptuar ese breve instante citado y relajarnos a lo Frank Sinatra); hacia el piano caminaremos con normalidad y, si nuestra lógica preocupación inicial nos lo permite, esbozando una sonrisa agradable; de la concentración previa no nos libra nadie, pero sin excesivo teatro, que no vamos a operar a corazón abierto; y si alguien llega tarde, mejor que pase ahora y no una vez que estemos tocando (ha venido a oírnos y nos alegra). Ahora sí, ahora podemos tocar ¡de buen rollito!
En las innumerables ocasiones que he salido a tocar habiendo tenido una pequeña tertulia previa o habiéndome reído con dolor de mandíbulas, seguro que por los nervios, en definitiva, cuando he podido relajar la tensión previa, ha sido mucho mejor para que la música fluyera. Recuerdo una anécdota del conservatorio cuando iba a tocar en el auditorio la Sonata K. 381 de Mozart a cuatro manos con mi amigo Juan Luis. Tras recorrer el largo escenario y saludar, nos sentamos al unísono y acercamos las banquetas. Nos dimos cuenta que, de alguna manera, estaban cambiadas y necesitábamos regularlas en altura. En perfecta coreografía, alzamos el trasero lo justo para aliviar el peso y poder girar sin esfuerzo las ruedas del asiento. Las carcajadas provenientes desde la sala nos desconcertaron pues no sabíamos a qué se debían. Nos miramos de arriba a abajo en busca del motivo hasta que caímos en la cuenta de la magnífica foto que habíamos brindado antes de empezar. No tuvimos más remedio que empezar a reírnos, de buena gana. Cuando pudimos serenarnos los nervios habían desaparecido, sólo quedaba Mozart y era como si estuviésemos en casa acompañados de un buen grupo de amigos.

Por último, un buen ejemplo de lo que es reírse de uno mismo, con Dudley Moore. ¡Y tiene más!

No hay comentarios:

Publicar un comentario